y qué decir de las figuras, formas u objetos que se han detectado alrededor de nuestro sol recientemente?
¿deberemos de interpretarlo como el regreso de los dioses solares mayas, sumerios y egipcios, etc. que se están ya manifestándo en la tercera dimensión o en el limbo de ámbas, la quinta y tercera, desde sus báses estelares de procedencia real?
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INTRODUCCIÓN
A través de los siglos y las civilizaciones el hombre ha afirmado siempre el carácter divino de su origen.
La convivencia del hombre con seres extraterrestres ha quedado registrada en diversos escritos, dibujos, esculturas y construcciones consideradas imposibles para su tiempo y aún para el nuestro. A esos seres con el transcurrir del tiempo se los ha denominado dioses y han sido venerados como tales.
¿Por qué hoy la evidencia que demuestra la existencia de los dioses es considerada producto de la ignorancia y la fértil imaginación de antiguas culturas?
Es decir que civilizaciones capaces de desarrollar ciencia y técnica, astronomía y arquitectura, literatura, arte, filosofía; ¿inventaron caprichosamente historias sobre deidades inexistentes a las que atribuyeron poderes sobrenaturales, solo para mitigar su sensación de desamparo?
¿Cómo es que la cultura nos ha privado totalmente de nuestra capacidad de raciocinio y discernimiento? ¿En que momento perdimos la capacidad de pensar por nosotros mismos para pensar a través de la televisión? ¡Oh, si! La televisión, la que afirma o niega, encomia o reprueba, respalda o refuta y, como autoridad plena en cuestión de “verdad absoluta” nos dice qué debemos creer y pensar. Y nosotros lo aceptamos; si, lo aceptamos. No vaya a ser que seamos tomados por locos por eso de andar usando el raciocinio y el criterio propios…..No, eso ya no se acostumbra en una civilización tan avanzada como la nuestra.
Bien, voy a plantear una tesis, basada en los mitos, ejerciendo mi derecho a pensar, a cuestionar y a discernir; atreviéndome a sacar mis propias conclusiones.
Para quienes me refuten con argumentos ciertos: mis respetos.
Para quienes lean estas páginas con el ávido interés de los auténticos buscadores de la verdad, los inconformes, los insatisfechos; para ellos es todo mi esfuerzo, todo mi cariño, mi camaradería.
A ellos, los herejes, mis amigos.
El autor.
La Serpiente
En el libro del Génesis, en el primer vers. del cap. 3, la Serpiente surge de la nada, y como única información dice sofisticadamente: “era mas astuta que todos los animales del campo que Jehová –Dios había hecho”. El omitir el origen de un personaje tan importante en una historia del origen, como el de opositor al Creador; sólo puede explicarse por una razón:
Fue omitido o velado, como tantos otros “detalles”, a lo largo de las sagradas escrituras, para velar información que no debe ser conocida, por ajenos a determinado círculo, con determinado propósito.
Así que trataré de completar la información.
Todos sabemos que nadie ingresa al seno de una familia, y come de su mesa, sin el consentimiento del Padre, Madre, o alguno de sus hijos.
Un maleante no se mete en casa ajena, a la luz del día y bajo la vista del dueño, a robar o dañar sin ser echado a patadas al instante.
Y un Padre Amoroso, no pone una alimaña, en medio de sus niños como “juguete educativo”, porque algunos peligrarían e incluso morirían.
Luego, la Serpiente no estaba; llegó a la Creación.
No a escondidas, “llamó a la puerta, y fue atendida ¿por alguno de los hijos?”.
No vino con las manos vacías, “trajo algo para la mesa”.
Y por ese algo, el Padre consintió.
El Padre no es Amoroso con todos sus hijos, porque muchos de ellos murieron y morirán, por causa de la Serpiente y de lo que trajo.
Y finalmente “la Serpiente” no es una, sino unos pocos entre muchos que llegaron. Unos se quedaron, y los Otros regresaron, y volverán por “ese algo” capturado de su Reino por la Serpiente.
“La idea de que los hombres, partiendo de la bestialidad y del salvajismo, se elevaron lentamente hasta la civilización, es reciente. Este es un mito judeo-cristiano, impuesto a las conciencias, para expulsar un mito más antiguo, vigoroso y revelador.
Cuando la humanidad era más fresca, más próxima a su pasado, en los tiempos en que ninguna conspiración bien urdida lo había expulsado aún de su propia memoria, sabia que descendía de dioses, de gigantes de los que habían aprendido todo. Recordaba una edad de oro en que los superiores, nacidos antes que ella, le enseñaron la agricultura, la metalurgia, las artes, las ciencias y el manejo del alma”
“El Retorno de los Brujos” Louis Paules & Jaques Bergier.
Caín y Abel
De Caín diremos, que el Recuerdo del Origen, tan nítido y potente en su sangre, desemboca en violencia destructiva como respuesta ante un mundo que le es ajeno, en el que no encuentra Ley ni Dios. Una existencia en la que no se premia el trabajo benefactor (representado en la agricultura), y en cambio se premia el dolor ajeno (representado en el sacrificio del cordero). Una existencia en el que Reinan la Muerte y el Dolor Ajeno.
Es en los hombros de Caín, que el creador carga el Yugo de la evolución del alma. Serán los descendientes de Caín, los agricultores, forjadores de metal y guerreros, los constructores de murallas y ciudades, los que desarrollarán las civilizaciones y darán sentido al mundo como jamás hubiese soñado el Creador. Cuestionaran lo creado, buscarán una explicación, una verdad a todo; motivo por el cual, pone una señal en él, “para que no lo matase cualquiera que le hallare”. (Gen 4: 15)
Abel tiene menor recuerdo del Origen, de su Espíritu y la libertad; la potencia de su alma es mayor y luego; todo ya tiene sentido, es la obra maravillosa del Creador. Sólo debe aceptar, cuidar y amar lo creado. Su destino es el oficio de pastor, tan propio de los pueblos Semitas, nómadas y por ende, comerciantes.
En los hombros de un nuevo Abel, Set; se pondrá el sacerdocio pastoral, las manos que derramarán el Holocausto, el Aplauso, el Sentido, dirigido al Creador. A sus descendientes, se les someterá al Miedo y al Terror del Dios Celoso, para que no se desvíen de su destino. A su nobleza, “a los elegidos”, se le prohibirá mezclar su Sangre de Pureza con la de Caín. Se les prometerá enseñorearse de los hijos de la Serpiente con Su Ayuda. El Culto será sobre La Sangre, Abel será sobre Caín.
Lo demás es historia, todos la conocemos. El propósito de la Creación se ha cumplido. La descendencia de Caín marchó con gallardía, con valentía, con la frente en alto desafiando a su destino. Descubrió el mundo, lo sometió a su capricho, a su placer, a la pasión que brota de su sangre como un derecho a la felicidad y a la Inmortalidad perdidas. Caín carga, desde hace siglos sobre sus hombros, a una raza parásita y servil, que es protegida y consentida por el destino programado. Raza que teme, raza que miente, raza de jueces, raza de justos, raza de pastores, cuidadores del Jardín.
Y como el propósito ya se cumplió, ya se dio sentido al mundo, vendrá el rescate, el regreso al Principio, a la Pureza, para El recibir el Aplauso y la ilusión de sus almas agrupadas como una Gran Novia en las Alturas por toda una eternidad.
Los Dioses de la antigüedad
Desde Sumeria hasta Grecia, de Babilonia hasta Egipto, desde la India a Tihuanaku, la Mitología habla de aquellos que llegaron del cielo, surcando el firmamento en carros de fuego y fueron llamados dioses.
Se atribuye a Ellos la creación del hombre tal como lo conocemos, la enseñanza de la agricultura, la astronomía, la arquitectura, las ciencias, las artes, el placer sexual y el manejo del alma.
Un hecho conmocionante se convierte en historia luego en leyenda y la leyenda transmitida a través de las generaciones se convierte en mito. Por tanto un mito no es una creencia de carácter imaginario, inventada caprichosamente para explicar el origen del universo o del hombre. Un mito tiene su origen en un hecho real, registrado para la posteridad en la memoria colectiva de un pueblo.
Hoy en día la mayor parte del mundo occidental cree en un Dios abstracto, creador de todas las cosas y del hombre, pone su fe en un ser cuyas características le son desconocidas, a no ser por la afirmación: “Dios es Todopoderoso”.
Sin embargo, estas mismas personas se niegan a aceptar que otras culturas muy anteriores hayan creído en la existencia de dioses cuyo aspecto, características, costumbres y temperamento conocían a la perfección, así como la forma de obtener sus favores.
Es evidente que si los dioses vinieron del cielo, guardan semejanza muy estrecha con quienes hoy llamamos extraterrestres. Lo que queda por desentrañar es si ellos provienen de otros planetas o, en realidad, de otras dimensiones ajenas a la nuestra.
Aun así, hoy parece impensable que existan seres superiores a nosotros, nos secuestren, nos observen y nos dominen, sin tener la delicadeza de presentarse directamente a nuestros sabios reunidos por el discovery channel, en una programación especial para decirnos: "Hola aquí estamos, ahora pueden creerlo".
Para el hombre contemporáneo, dentro de su estructura cultural-comercial, los extraterrestres existirán cuando nosotros los descubramos, con nuestra tecnología, la noticia sea dada con la aprobación de los dueños de CNN y presentada por Bárbara Walters por ejemplo.
Para entender el fenómeno, el comportamiento y el propósito de los “extraterrestres” en relación a nuestra especie, como premisa fundamental, deberemos aceptar que el orden natural de la materia responde a un principio inteligente. Para ello recordaré una semejanza que hace Stephen Hawkings en su libro “Breve Historia del tiempo”, en el que dice que el orden de la materia en el universo es similar a ordenar las partes de una vasija que ha sido lanzada por los aires y ha caído estrellándose en el suelo hecha trizas en millones de partículas, de tal manera que estas se reconstituyan, cada una en el lugar que le corresponde, para re-conformar luego la vasija.
Profundicemos en este principio corroborado por la mitología, como única posibilidad a desarrollar. La alternativa sería alinearnos en el ejército de las “casualidades consecutivas”, del Gran Azar del racionalismo, huérfano de memoria, de minne.
La mayoría de nosotros carece de conocimientos en lenguas antiguas; pero esto no significa que estemos privados de sentido común y de inteligencia, para evaluar la información que nos llega desde la noche de los tiempos a través de los mitos de culturas arcaicas, traducidos por algunos pocos estudiosos que las publican evitando empañarlas con algún tinte moral o religioso.
Sin contradecir al relato bíblico, monoteísta en apariencia, mitos y leyendas relatan que un homínido natural del planeta fue mutado y luego educado para desarrollar culturas, por un grupo de seres llegados de las estrellas. Que para que la mutación fuera exitosa, tuvieron que mezclar “su esencia” con la del homínido, y que luego sobrevino una era dorada bajo su reinado que duró milenios, tras los cuales surgieron la rebelión, la guerra y la destrucción por causa del dominio del destino de los seres mutados.
La transición cultural del politeísmo original que recordaba y veneraba a sus “dioses”, o “los hijos de dios”, de los cuales descendía al monoteísmo actual, debió darse por alguna razón en particular.
La peculiaridad de la Biblia, fuera de su indiscutible tinte moral; es que resalta o da a entender que la historia de la humanidad es “importante” a partir del diluvio, y del pacto de una deidad con un grupo humano. Lo anterior “no es importante”, a excepción de la culpabilidad de Eva y la pobre conciencia del homínido creado, por haber “comido del conocimiento”, como justificativo de la miseria y dolor humanos.
Los primeros capítulos del génesis son una síntesis sofisticada, (en el sentido de la palabra sofisticar que significa carente de naturalidad, falsear, engañar mediante sofismas que son falsos razonamientos para inducir el error) de la historia trascendente y metafísica del origen, legada por generaciones desde la más remota antigüedad, adoptada por los hebreos durante su cautiverio en Babilonia y sofisticada luego a su visión particular.
Los escribas, luego de muy pocas líneas de verdadera importancia, dejan a la posteridad un relato de las generaciones y vivencias del grupo humano “elegido” por un dios celoso de otros, y educado a punta de terror, prohibiciones y amenazas, para su futura y feliz finalidad: Una esclavitud consentida y al servicio del dios que se autodenomina Único, a cambio del dominio sobre el resto de las naciones bajo el mando de un rey ungido, un Messiah, y la propiedad del planeta entero.
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