¡disfrútenla!
... si tienen más paciencia vean:
El altar de sacrificios – Luego de entrar al patio externo del templo, después de las murallas, se encontraba un gran altar en el que se sacrificaban los animales ofrecidos a Dios. Ellos eran el símbolo de los pecados y morían en expiación por ellos. Sólo podían ser sacrificados animales en perfectas condiciones, generalmente los mejores entre los mejores de los rebaños. Quemados, producían humo que subía a los cielos como “olor grato” al Señor (Éxodo 29:25), lo que significaba que el fiel estaba libre de pecados, lo que agradaba a Dios.
que estaba junto al altar de sacrificios. Con la misma simbología de la antigua pileta del Tabernáculo, en su agua se lavaban los pecados, con un fuerte significado de purificación (por la sangre y cualquier otro residuo que quedara en las manos y pies de los sacerdotes). El reservorio, redondo, estaba sobre doce bueyes esculpidos en bronce que, en grupos de tres, tenían sus cabezas orientadas a los cuatro puntos cardinales. En el mar de bronce se abastecían diez piletas móviles, sobre ruedas, que eran distribuidas sobre el patio externo, cinco de cada lado del templo.
Las dos columnas – Al lado del pórtico principal del templo se ubicaban dos columnas de bronce que llegaban casi hasta el techo, llamadas Joaquín y Boaz por su realizador, Hiram Abiff, enviado por el rey de Tiro, su homónimo, Hiram, con los arquitectos y artífices que trabajarían en la obra del templo (1 Reyes 7:13-22). Reconocido artesano del bronce, Abiff había homenajeado a los reyes David y Salomón con dos pilares, de acuerdo con algunos creyentes. Para los judíos, son pilares simbólicos de mucha importancia para la vida con Dios: Joaquín simbolizaba la sabiduría y Boaz la inteligencia (ambos atributos de Salomón que lo hacían famoso en todo el mundo conocido de la época).
posición, a la derecha de quien entraba al Santo Lugar. Con doce panes ácimos apilados en dos columnas de seis, la mesa de la proposición simbolizaba el alimento que viene de Dios, así como el alimento espiritual de su palabra. Hoy sabemos que era uno de los símbolos alusivos a Jesucristo, que se refirió a sí mismo como el “pan de vida” (Juan 6:35), aunque en esa época los constructores del templo no supieran sobre eso.
Los menorás – El menorá, gran candelabro de oro con siete lámparas de aceite, era solamente uno en el Tabernáculo. En el gran templo de Salomón, la cifra aumentó hasta diez, en dos columnas de cinco a los lados del Santo Lugar (1 Reyes 7:49). Además de la evidente utilidad de iluminar el ambiente, simbolizaba la presencia de Dios en el lugar. Además de eso, sus lámparas eran alimentadas con aceite, simbolizaba la unción de Dios sobre nuestras vidas. La luz simbolizaba también la propia Palabra, la verdadera iluminación para la vida, indicando el camino hacia el Señor.
cuyos aromas de especias y otros perfumes dominaban la sala. Una simbología bastante fuerte para las súplicas, que nuevamente nos llevan a la figura del olor agradable que sube a los cielos en dirección al Señor. Allí los sacerdotes dirigían sus súplicas y la de sus fieles, ya que eran como intermediarios entre el pueblo y Dios. Hoy, gracias al sacrificio supremo de Cristo, hablamos directamente con el Padre.
El velo – Separando el Santo Lugar del Santo de los Santos había un velo, un gran cortina con dos querubines bordados que era la única barrera. Solamente el sumo sacerdote entraba a través de él para conversar con Dios directamente. El simbolismo del velo es fuerte: aunque sea un material frágil, la única cosa que impedía que otros sacerdotes entraran allí era el respeto y el temor a Dios. También era un obstáculo para la vista. Los sacerdotes comunes, así como el pueblo, no entraban allí. Pero por medio de la oración que el sumo sacerdote llevaba, todos tenían su acceso indirecto al Padre. Un obstáculo frágil, fácil de superar para llegar a Dios, bastando para eso, orar (Marcos 15:38).
del pueblo, contenía otros objetos con un inmenso significado sagrado: la tablas de los Diez Mandamientos que Moisés labró orientado por Dios (la Palabra), un bocado del maná que fue dado como alimento al pueblo en el desierto por primera vez (la provisión de Dios) y la vara de Aarón que floreció (el reconocimiento de Dios sobre la autoridad conferida a alguien). Sobre el Arca estaba el Propiciatorio, la tapa del gran baúl, con dos imágenes de querubines frente a frente con las alas desplegadas. Entre los ángeles dorados, el sumo sacerdote debería focalizar la presencia de Dios, quien le hablaba (Éxodo 25:10-22).



Kavassilas es un personaje ya mencionado en una entrada anterior a raíz de una conferencia que dio en 2004.

“Yo sufrí una depresión debido a la vida llevada en la Obra como numeraria, de negación de toda autoestima, de fomento permanente de la inseguridad personal, de incoherencia entre lo que se vive y lo que se piensa… las directoras de la Obra y los médicos me hicieron creer que Dios me quería enferma”.
“Una familia de dinero de Barcelona, muy exhibida por el Opus, una de cuyas hijas, numeraria, decidió salirse y, tras muchas dificultades, lo consiguió, yéndose a vivir con una prima suya. Pero sus antiguas correligionarias no cesaron de perseguirla, incluso por la calle hasta que la chica se tiró por una ventana. La gente de su ambiente quedó muy impresionada aunque la familia no dejó traslucir la tragedia.”
“le insultan por la calle sin motivo aparente, le empujan desconsideradamente, se vuelven para mirarle, le señalan con el dedo… (Todo esto cuando está solo, por supuesto, para que funcione no debe verlo nadie más). Cuando la persona va sola y pasan a su lado hacen un gesto neutro como torcer el morro, mojarse los labios, resoplar, etc. O imitan al sujeto en algún gesto personal pero corriente. Hacen esto una y otra vez hasta que la persona se da cuenta. Una vez que se ha percatado de que se lo hacen a él lo repiten y repiten dejando perpleja a la persona, que no entiende nada, al ser cada vez un “Opusino” diferente y sin relación entre ellos”.“La persona se irrita y se extraña de qué individuos a los que no conoce se comporten así; si lo comenta con alguien cercano, éste no habrá visto nada raro y quedará en ridículo … Si la víctima pregunta al “Opusino” de turno o lo increpa, éste se hará el sorprendido. Así intentarán que la víctima pierda los papeles delante de conocidos”… “Denuncias falsas civiles y penales pueden seguir a esto, destrozos en los bienes, dolores y molestias físicas causadas con tecnologías de radiofrecuencias, microondas, ultrasonidos, etc. Echan insectos por los respiraderos de la casa, malos olores, ruidos resonantes, pitidos, conversaciones en el rellano soltando su nombre de vez en cuando… Le reclaman deudas y recibos todos a la vez, vienen a revisar el gas, el ascensor, el edificio, un comercial…; la víctima, ahora, ya sabe la mala intención que tienen estos criminales pero no puede probar nada y si su salud mental ya está en entredicho se sentirá indefenso…”“Los delincuentes aprovecharán su ventaja para difundir rumores difamatorios y tratarán de forzar una evaluación psiquiátrica, o dos, o tres, hasta que alguna sea “positiva” y su entorno familiar le fuerce a un tratamiento, que es el que consigue los objetivos de deterioro mental buscado y el control del individuo… El asunto lo vienen trabajando desde hace lustros, por lo tanto tienen la trama muy bien montada. La persona sucumbe en lo físico o en lo mental. Si no se deprime o se hace diagnosticar un cáncer “se trabajan” un trastorno delirante con manía persecutoria o lo que haga falta. Esto puede durar muchos años… tienen esclavos suficientes”.