SOBERANIA HUMANA CÓSMICA

jueves, 2 de mayo de 2013

¿Satanismo del Rey de España en el Museo del Prado ?

Hoy vamos a sondear los mundos oscuros del canibalismo cósmico, por parte de los llamados dioses desde muchas perspectivas.

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Saturno devorando a su hijo, 

¿Es todo lo que se encuentra expuesto en el Museo del Prado moralmente incuestionable?
¿Contribuye este selecto museo a la apología de la violencia del poder y de sus abusos históricos?


el Banquete de Tereo, Rubens, Museo del Prado, 1636, pintado por Rubens para el rey Felipe IV

Es conocido de todos los historiadores de la historia de España, que Felipe IV era un obseso sexual, que reconoció a una decena de hijos bastardos, frutos de sus constantes aventuras amorosas, que salía de palacio por las noches vestido "de civil" para dirigirse a los prostíbulos madrileños....Su bastardo favorito, hijo de su relación con la actriz La Calderona, Juan José de Austria, hasta pretendió a la corona en un ataque de ego....
Perseo y Andrómeda, Rubens
 
Este Felipe IV encargó a Rubens una gran serie de más de 60 cuadros eróticos, no todos realizados, y que hoy se conocen como "mitológicos" pero que si los consideramos con una mirada objetiva, constatamos que la mayoría representan mujeres desnudas, que exhiben sus cuerpos sensuales, y aluden a violaciones previo rapto, mujeres atadas o perseguidas por faunos excitados....
Ninfas sorprendidas por los faunos, Rubens,
 

La mirada oficial sobre estas pinturas elude sistemáticamente el contenido manifiestamente erótico para sólo hablar de sus referencias mitológicas y recuerda que fueron realizadas para decorar las paredes del pabellón de caza de la Torre de la Parada, un aparente "picadero" donde, a juzgar por la temática escogida, el salido  Felipe IV pensaba descansar bien acompañado. Ya desaparecido, este edificio se encontraba cerca de la actual  Puerta de Hierro.
En el Rapto de Ganímedes, Rubens somete el cuerpo a una torsión antinatural para poder ver al mismo tiempo la cara de miedo del joven y el prominente trasero, mientras el carcaj con las flechas son una clara alusión fálica a lo que va a ser sometido. 

El estudio del sadomasoquismo en la pin­tura encuentra infinitos ejemplos de escenas de abusos, torturas, martirios, raptos, mujeres atadas....en el Museo del Prado. Es un tema apasionante.
El banquete de Tereo, Rubens.
 
Pero nos podemos preguntar:
¿pueden ser consideradas decorativas unas escenas de canibalismo e infanticidio tan espantosas ? 

 

En mi opinión, nada hay de decorativo en el Saturno devorando a su hijo o elBanquete de Tereo, en el que su esposa Filomela, seguida de su hermana, ambas con sus hermosos pechos al aire, le presenta la cabeza de su hijo que acaba de preparar en asado.  

No tenemos datos históricos de quién fue el que decidió la temática a representar, pero, si estudiamos la obra de Rubens, este pintor tan sólo realizó este tipo de obras sádicas para nuestro rey. 
Saturno devorando a su hijo, Goya, ca 1822
 

El Saturno devorando a su hijo de Goya es habitualmente colocado como ejemplo paralelo al de Rubens, como justificación del canibalismo basándose en la mitología. Sin embargo, no podemos olvidar que la obra de Goya es parte de sus Pinturas Negras, una serie de imágenes del horror y degradación de la Humanidad, y no fue sino una terapia liberadora de un pintor anciano, que viendo su muerte llegar, decide plasmar sobre las paredes, y a modo de testimonio, la violencia, maldad, estupidez y absurdo de que es capaz el ser humano. Nada más lejos de la intención decorativa y de entretenimiento de las pinturas de Rubens. La obra de Goya es la antítesis de la de Rubens, en absoluto es su equivalente.



Las únicas explicaciones dadas a tan escabrosas escenas por los estudiosos del arte es que son “escenas mitológicas”, sin que ningún experto haya investigado por qué, para decorar unas estancias reales, se escogieron esas escenas violentas y sanguinarias, como si no hubiera temática suficiente en la inagotable mitología griega.


Sólo una mente sicópata y aficionada a rituales satánicos puede encargar y pagar semejantes imágenes y gozar al ver, en la pared de una estancia de descanso, rodeadas de otras escenas de desnudos, cómo un anciano empieza a devorar el corazón de un recién nacido vivo, en estado de completo terror.

Mi propósito es reflexionar sobre el increíble poder de normalización que tiene el marco incuestionable de un museo de prestigio para  hacernos aceptar como normal, artístico y decorativo actos aberrantes, moralmente inaceptables bajo ningún concepto, como son la violación previo rapto, la pederastia, el infanticidio y el canibalismo.  

En mi opinión, que estas imágenes se consideren grandes obras de arte y deban ser admiradas como tales por el público con el aplauso y beneplácito de las autoridades académicas es la prueba de la falta de clarividencia, espíritu crítico y de sentido común que rigen en nuestra sociedad; es la prueba, también, de la inversión y perversión de la sociedad en la que vivimos, una sociedad que presenta en sus prestigiosas instituciones la violencia extrema sobre seres humanos comanditada por el Rey de España como un hecho con categoría estética incuestionable.



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